martes, 31 de enero de 2017

Dulcineas y Quijotes

Lápiz sobre papel (fragmento). ©Rafael Ortiz Ornelas
Si tuviera un cordel
amarraría la textura lívida
de mis dedos en cuna
jugando con tus labios.

Los muerdes,
los devora
el perro hambriento
de tu entrepierna.

Sueño quijotes cerca de ti,
prometen recuperarte un reino:
el reino del pan compartido.

Mientras, un caldo tinto
en frascos de perfume
recorre el dolor de tu cuello,
se escurre en la raiz de tus lágrimas.

Y recoge mi lengua mareada
migajas, gotas púrpuras,
molinos de viento
de pronto atronadores.

O rocinantes cabalgando
las copas de mi espalda
escarpada.

Salud, lugar de la Mancha,
quisiera acordarme de ti.
De tus mesías de letra muerta,
de las espadas que clavó el otoño.

Salud, mi triste figura,
piedra de caballería,
soberano de amores andantes,
esquizoide de tinta y lanza.

¡Salud, delirio! ¡Brindemos, Dulcinea, brindemos!
Que no existe mejor taberna al amanecer
que toda la sed de ti.



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